Una persona educada en la tradición bíblica protestante tiene una sensación agridulce al momento de tratar con la literatura deuterocanónica, porque de facto y a priori, no se encuentra en el índice de su Biblia. Por lo regular no interactuamos con ella y de entrada ya se nos ha dicho que no tienen valor inspiracional, por lo que no nos genera curiosidad conocerla. Por lo menos hablo por mi experiencia. Y precisamente porque la desconocemos, es que tal vez no hemos podido rescatar su riqueza.
Las denominaciones protestantes y evangélicas, no reconocen la autoridad doctrinal, teológica y espiritual de estas obras, aunque pueden entender su utilidad histórica. Los libros deuterocanónicos, lejos de ser espurios e indignos como erróneamente nos enseñaron algunos maestros, que en las palabras del doctor Zaldívar - cargados de buenas intenciones, pero errados en el conocimiento – son libros de un extraordinario valor que se constituyeron en fuente primaria[1] del NT, como ya hemos sabido.
Un detalle interesante es saber ¿cómo los libros deuterocanónicos salieron de las biblias protestantes? La versión Reina Valera es posiblemente, la versión castellana más difundida y más amada por el protestantismo de habla castellana. Esta fue originalmente publicada en Basilea, Suiza en el año de 1569. Casiodoro de Reina, un exmonje sevillano convertido al protestantismo fue su autor. Esta traducción se compuso en tres partes: la introducción, el Antiguo Testamento, con los libros deuterocanónicos incluidos y el Nuevo Testamento. [2].
Por sobre doscientos cincuenta años, los libros deuterocanónicos fueron incluidos y circularon en la versión de la Biblia más querida por los protestantes. Fue en 1826 que la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera tomó la resolución de excluir todos los libros deuterocanónicos de sus ediciones.[3] La misma se debió a las presiones de política denominacional entre las organizaciones que aportaban económicamente para sostener a dicha sociedad. Fue en la versión de 1862 que la Reina Valera no incluyó libros deuterocanónicos[4].
Esta decisión, sin embargo, se ha visto revocada a partir del año 1968, cuando las Sociedades Bíblicas Unidas se comprometieron con una cooperación con Roma. Fruto de ello se dio la traducción llamada Dios habla hoy, o también Dios llega al hombre; para esta versión, en las ediciones de consumo católico, las Sociedades Bíblicas Unidas incluyeron los libros deuterocanónicos, quebrantando así una larga tradición de imprimir solo la palabra de Dios sin añadiduras[5]. Esta última nota habla elocuentemente de la postura de los editores del Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado al respecto.
He recurrido a contar un poco los azares dentro del protestantismo acerca de la exclusión de estos libros para que mi respuesta sea comprendida. Los libros que el Apóstol Pablo leyó, así como los apóstoles y la iglesia primitiva respectivamente, tuvieron esta colección de libros. La declaración del apóstol Pablo, “toda la escritura es inspirada por Dios” en la segunda epístola a Timoteo, incluyó aquella colección de libros. Hubo también muchos otros que circularon por las manos de muchas congregaciones y hasta fueron grandemente atesorados como: El Pastor de Hermas, Las cartas de Ignacio, El martirio de Policarpo, entre muchos otros, pero los mismos no alcanzaron ser canonizados por la determinación conciliar de los Padres de la Iglesia y por la Iglesia misma en sínodos y concilios. Sin embargo, esto mismo no ocurrió con los deuterocanónicos, como hemos visto.
Estudiando las fuentes que dieron origen al Nuevo Testamento, nos damos cuenta que esta literatura deuterocanónica influyó a los redactores neotestamentarios como fuente primaria. Por lo tanto, debemos señalar que estos libros podrían estar en el canon protestante por el uso, circulación y la influencia que ejercieron en los redactores del texto bíblico.
¿Qué piensa Ud.? Argumente su respuesta de la misma forma que lo hizo el autor de este artículo.
[1] Zaldívar, Raúl. Fuentes que dieron origen al Nuevo Testamento. Edit. Clie. Viladecavalls. España, 2021, pp. 60. [2]Comfort Philip W (ed) & Serrano Rafael A, El Origen de la Biblia (USA: Tyndale House Publishers, 2008) 351. [3] Vila Samuel & Escuain, Santiago, Nuevo diccionario bíblico ilustrado. (Barcelona: CLIE, 1985) 67. [4] Comfort Philip W (ed) & Serrano Rafael A. Op. cit. p. 355. [5] Vila Samuel & Escuain, Santiago, Op. cit. p. 67.
Esta pregunta puede causar cierta dificultad al momento de contestarla. Esto puede deberse al desconocimiento que se tiene referente a los nombrados libros deuterocanónicos. Hecho de discusión desde muy temprano en la Iglesia lo fue la determinación de incluir o excluir estos libros. La Iglesia primitiva no los desconocía, pues la LXX, texto utilizada por esta comunidad, incluía los deuterocanónicos. ( Casi 300 referencias citadas en el NT sobre el AT fueron elegidas de la LXX). Las dudas que surgieron posiblemente se debieron los debates constantes que hubo entre los diferentes grupos en un intento por definir un canon que los representara. Incluir estos libros en las Biblias que poseemos seria otro tema de difícil compresión, pero lo que s…
Estoy de acuerdo con el hecho de que la literatura apócrifa fue fuente para el N.T. y que puede ser de gran utilidad para entender mejor el origen del N.T. los conceptos que allí se expresan. Como bien señala el autor del articulo durante largo tiempo estuvieron en la Bíblia protestante y es luego que los eliminaron.
Sin embargo, creo que no debemos simplemente incluirlos nuevamente y sin más, sino que debe examinarse cada caso de forma particular y aquellos que no contradigan las doctrina pétreas fe cristiana, sí deberían incluirse con la aclaración sugerida por Jerónimo y Lutero para aplicarse a aquellos textos cuyo trasfondo no sea tan cónsono con el concepto de "inspiración divina” o su contenid…
La evidencia es suficiente para aceptar -aunque difícil sea- la idea de que estos libros sí formaron parte del canon de nuestras Biblias y por lo tanto, fueron considerados libros sagrados. Habiendo aprendido del valor histórico de estos libros, en su contenido, pero también como fuente de los redactores del NT, debe ser nuestro interés estudiarlos.
Nuestros ojos han sido abiertos para entender que cuando Pablo afirma que “toda la escritura es inspirada por Dios”, él se refería también a estos libros.
La Iglesia Protestante simplemente aceptó el canon de los 66 libros. Nunca se reunió como cuerpo a discutir este asunto. Por tradición, nosotros también lo hemos aceptado como correcto y verdadero. Sin embargo, el asunto es tan complicado…
El hecho de que arbitrariamente fueran quitados por la gente de Sociedad Bíblica de Inglaterra no representa un argumento de peso suficiente como lo fue el acto de canonización en el cual la iglesia valida a través de un concilio, después de un debate constructivo, el elemento sagrado de un escrito.
En mi opinión, estos libros deberían estar en la Biblia con la aclaración de que no son parte del canon judío, pues si fueron útiles para los redactores del Nuevo Testamento deben serlo para nosotros también.
Yo personalmente, me inclino que si eran citados debieron tener y tienen importancia, pero para mí esa aceptación no debe ser absoluta, es aquí en donde se debe ser cuidadoso y actuar con prudencia, ya que solo se deberían aceptar aquellos no solo por su uso sino también porque fueron escritos por un apóstol o algún discípulo de este, que hayan sido utilizados en la liturgia de la iglesia primitiva y que este conforme con la fe recibida de los apóstoles, por lo que para ser parte de un canon como bien sabemos debe haber certeza que sea de inspiración divina, cuestión esta que debe ser decidida por parte de un grupo de intelectuales y hombres de fe.
Otras de…