Hemos repetido hasta la saciedad que la misión de la Iglesia es evangelizar y hacer discípulos. Lo cierto es que eso se ha quedado en un estribillo al que nos hemos acostumbrado a repetir, pero sin ninguna trascendencia. Hace cuarenta años, cuando nos encontramos con el Señor Jesús en nuestro camino a Damasco, se daba por sentado que todos debíamos de dar testimonio de nuestra fe y a evangelizar a cualquiera que se presentara en nuestro camino. Fue así como cinco días después de mi conversión, me echaron al agua, me llevaron a un parque para que diera testimonio de mi conversión a través de un megáfono. Estaba temblando de miedo, pero lo hice, no recuerdo lo que dije, pero si recuerdo que grité y dije a aquellas personas que me escuchaban que había recibido a Cristo como a mi salvador. Recuerdo que decidí no usar el carro que mis padres habían puesto a mi disposición y preferí usar el transporte público para evangelizar a cuanto parroquiano se sentara a mi lado y así lo hice por varios años.
Hoy todo eso es historia, la iglesia no evangeliza, los miembros llegan el domingo al templo a acallar la conciencia por los pecados cometidos durante la semana, otros creen que por diezmar o dar ofrendas compran el favor de Dios.
La misma iglesia como organización no tiene un programa agresivo de evangelización ni siquiera un renglón significativo de su presupuesto para el evangelismo. Aquella época en la que llevábamos gente a la iglesia a escuchar el mensaje de salvación se acabó, aunque a decir verdad, a mi me daría pena llevar a gente no convertida a muchas de las iglesias de hoy a escuchar mensajes triunfalistas irreales o sobre prosperidad cuando sabemos exactamente que la desgracia del hombre no es no tener dinero, sino tener un corazón no arrepentido y arrogante.
Por lo anterior y muchas cosas más, hemos perdido terreno y los musulmanes han crecido más rápido que nosotros y están por ser la religión con más adeptos cuando nosotros en nuestras tres versiones, protestantes, católicos y ortodoxos nos hemos quedado repitiendo estribillos y nos hemos dormido en nuestros laureles. Qué alguien me explique por qué no estamos evangelizando.